Suspensión de las elecciones primarias de Puerto Rico (8.2020)

Suspensión de las elecciones primarias de Puerto Rico (8.2020)

El pasado domingo Puerto Rico celebró elecciones primarias de los partidos PNP y PPD. El voto se realiza a través de máquinas con lector de papeletas.

Además de los problemas derivados del Covid, que en estos momentos se encuentra muy extendido en la zona, y que provocó extender el voto telefónico a los que habían dado positivo y experimentar con un sistema que permitía votar desde el coche, las elecciones se han encontrado con un nuevo problema, que recuerda algo a los problemas de las elecciones de República Dominicana de hace unos meses, la ausencia de papeletas.

En este  caso el Código electoral había sido modificada recientemente, el 20 de junio de 2020, sin un consenso amplio, y, entre otras cosas, reducía considerablemente la administración electoral.

El sistema de votación era inicialmente uno de los puntos fuertes de la reforma. La reforma establecía un nuevo sistema de voto por internet para las próximas elecciones, que iría aumentando hasta 2028 cuando  sólo sería posible el voto por internet y el voto por correo, y así fue aprobada por ambas cámaras pero la iniciativa fue rechazada por la Gobernadora alegando ausencia de garantías y fue modificada, manteniendo exclusivamente la extensión del voto por correo (excepcional hasta ahora). Así se mantenía el sistema de votación electrónico, basado en una única papeleta (por elección) en la que es necesario marcar al candidato elegido.  La ventaja de este sistema, muy extendido en todo el mundo, es que finalizada la votación es la máquina la que realiza el recuento, permitiendo ofrecer resultados rápidos una vez cerradas las urnas y ofreciendo la seguridad de poder comprobar a posteriori si se corresponde con las papeletas. Este tipo de sistemas de votación se han venido probando en España, al menos desde el año 2000 (el primer simulacro al que asistí fue el de la elección del Presidente del Athletic de Bilbao).

El domingo por un error logístico muchos de estos  no habían recibido las papeletas  a la hora de abrir los centros de votación. El resto de centros electorales decidió abrir el proceso, y la Comisión Electoral amplió los horarios de votación confiando en la llegada de las papeletas a todos los puntos. Pero según avanzaba la jornada las papeletas seguían sin llegar, al menos a 60 centros de votación, y finalmente se decidió suspender el proceso (con idea de reanudarlo).

Esto plantea una serie de dudas jurídicas y de gestión electoral:

La primera cuándo reanudar la votación, si hacerlo lo antes posible (con los problemas de conflicto con las obligaciones laborales de los votantes) o retrasarlas hasta el siguiente domingo (asegurada la recepción de las papeletas en los centros de votación).

La segunda qué hacer con los votos ya emitidos. El sistema permite obtener los resultados sin alterar la integridad de la votación, por lo que las autoridades se planteaban la posibilidad de apagar las máquinas hasta que se reanudara el proceso (lo que podía generar dudas sobre los votos ya emitidos) o emitir los resultados de la votación (hasta ese momento) y volver a comprobarlos al reiniciar la votación, intentando acabar así con las dudas que podría generar este proceso.

Al final se impuso la sospecha y el temor y se empezaron a imprimir los recibos de votación, que se han comenzado a difundir por las redes sociales, poniendo de manifiestos ciertas tendencias que podrían influir en la decisión de aquellos que faltan por votar.

La tercera duda es sobre a quién le corresponde adoptar la decisión. En principio la decisión corresponde a la Comisión Estatal de Elecciones (CEE), órgano que también sufrió una remodelación en la reforma electoral,  y a los comisionados electorales del Partido Nuevo Progresista (PNP) y del Partido Popular Democrático (PPD). El problema es que los Presidentes de los partidos que están celebrando las primarias  son parte interesada (al ser también candidatos) y sus intereses no coinciden con  el del resto de los candidatos que participan en las mismas. De hecho el acuerdo de la CEE de reanudar las votaciones el próximo domingo ha sido rechazado por candidatos de ambos partidos, que han denunciado el acuerdo ante el Tribunal Supremo, que ha admitido el recurso y tendrá que resolver.

A día de hoy las opciones son reanudar  las elecciones suspendidas, mañana mismo o el próximo domingo, y publicando o no los resultados de las votaciones ya realizadas,  o cancelar el proceso y volver a celebrar toda la votación.

Moción de censura: la última jugada de Vox para recuperar a su electorado

Moción de censura: la última jugada de Vox para recuperar a su electorado

La moción de censura anunciada para septiembre es una estrategia para ganar relevancia, protagonizar el foco mediático y marcar la agenda política del verano

Los expertos critican que se utilice un instrumento constitucional tan excepcional como éste con fines estrictamente comunicativos

Eva Baroja

A la vuelta de vacaciones, y coincidiendo con el debate de los Presupuestos, seremos testigos de la quinta moción de censura de nuestra democracia. La tercera en los últimos tres años. Lo anunciaba por sorpresa Vox en el pleno del pasado miércoles. La motivación para presentarla es, explicaba Abascal desde la tribuna, «evitar que España caiga en la ruina y en la muerte», pero detrás de este más que cuestionable argumento se esconden otras múltiples causas que tienen que ver puramente con estrategias políticas. Lo que buscan es recuperar la relevancia perdida, marcar la agenda del verano y del inicio de curso y presionar a su competidor directo, el Partido Popular, llevando la iniciativa en el espacio de la derecha.

Los últimos sondeos dan a Vox una caída de entre dos y cuatro puntos que van a parar al partido de Casado. Su papel como oposición durante la crisis del coronavirus ha quedado desdibujado y sumido en la irrelevancia política ya que los temas que monopolizan el debate en esta crisis (salud, economía, políticas sociales…) no casan bien con su discurso visceral y emocional, siempre centrado más en cuestiones culturales e identitarias. Aunque saben que ganar esta moción es imposible, y que los números no dan, quieren volver a presentarse ante la opinión pública como el único partido que denuncia y abanderar por encima de todo un antigubernalismo que es su razón de ser: Vox contra el Gobierno, contra el sistema y contra el mundo. Un posicionamiento bastante arriesgado porque, en estos momentos, al resto de formaciones políticas no les interesa confrontar en exceso en un procedimiento de censura al Gobierno perdido de antemano.

¿Amenaza u oportunidad para el PP?

Políticos, periodistas y analistas coincidían estos últimos días en una idea: la moción no es contra el gobierno de Pedro Sánchez, es contra Pablo Casado, pero ¿hasta qué punto podría perjudicar a los populares que su contrincante ideológico lidere la censura al Gobierno? A Verónica Fumanal, presidenta de la Asociación de Comunicación Política (ACOP), la moción de Vox le recuerda mucho a la que presentó Podemos contra Rajoy: «Ambas son un arma utilizada para debilitar a un partido de tu mismo espacio ideológico. En este caso, ponen en un brete al Partido Popular ya que va a tener que decidir entre dos opciones que son malas lo miren por donde lo miren: estar con Sánchez o darle la razón a Vox, concediéndole así el liderazgo de la derecha».

Sin embargo, el profesor de la Universidad Complutense y asesor político Rafael Rubio, considera que lejos de perjudicar al Partido Popular puede ser una buena oportunidad que le permita distinguirse definitivamente de la extrema derecha: «Frente a las acusaciones permanentes de que son lo mismo, tienen que hacer pedagogía y convencer a los votantes del PP que están enfadados con el Gobierno de que esta moción es una herramienta de propaganda«. En la misma línea se sitúa el sociólogo y especialista en comunicación política David Redolí, quien cree que «la jugada de Vox tiene riesgos enormes porque puede reposicionar al PP como un partido de Estado, que no anda en juegos ridículos cuando no toca y que es una derecha responsable e institucional». También podría beneficiar a Ciudadanos en su estrategia de transmitir una imagen de partido de centro, útil y bisagra bajo el nuevo liderazgo de Arrimadas. Así, el debate de la moción podría servir a los naranjas para diferenciarse y desligarse definitivamente de la foto de Colón.

Objetivo: recuperar el foco y marcar la agenda

Los expertos consideran que utilizar una herramienta tan excepcional como una moción de censura con fines estrictamente comunicativos desvirtúa su sentido y frivoliza con su gravedad. Para David Redolí, «la diferencia fundamental de esta moción con las otras es que solo está hecha para poner a Vox en el candelero durante un par de meses y generar una posición tremendamente incómoda a su principal adversario ideológico». Precisamente para evitar especulaciones y que se hable excesivamente del tema, Rafa Rubio cree que el PP ha actuado inteligentemente al dejar clara de manera rápida y efectiva su postura: «Antes de que acabase la sesión, avisaron de que no iban a apoyar la moción. Si no, la gente hubiese estado todo el verano plateándose qué es lo que va a hacer el PP y eso les perjudica».El mero hecho de hacer el anuncio a un mes vista pone de manifiesto lo que pretende el partido de Abascal: llamar la atención de los medios y aumentar los tiempos de exposición de la noticia. A Redolí, esta anticipación le parece «un disparate» desde el punto de vista estratégico porque «da mucho tiempo al resto de actores para reorganizarse». Llegado el momento de la votación, la mejor decisión que podría tomar el partido de Casado, según Fumanal, es la abstención. Aunque siempre es difícil de explicar y vender comunicativamente, la presidenta de la ACOP cree que es la opción que menos daño les haría: «Significaría que no pueden estar al lado de un presidente del Gobierno como Sánchez pero tampoco de alguien que censura en un momento de crisis y sin tener la mayoría necesaria para hacerlo».

Oxígeno al Gobierno de coalición

En los últimos cuarenta años, la mayoría de las mociones de censura no se han hecho con el ánimo de derribar al gobierno existente ya que en todas, exceptuando la que llevó a Sánchez a Moncloa, la aritmética no sumaba y no había alternativa real de Gobierno. Los motivos siempre han sido otros: escenificar ante la nación al próximo presidente como ocurrió en la de Felipe González contra Adolfo Suárez en 1980, desgastar a un partido de tu mismo bloque como la que presentó Podemos en el año 2017 contra Mariano Rajoy o también acaparar la atención mediática en un momento en el que las encuestas van a la baja, como pretende hacer Vox con la de septiembre.

Sin embargo, esta vez, todo es distinto. Parece evidente que plantear una moción en medio de una crisis sanitaria y cuando el Gobierno de coalición lleva solo nueve meses en el poder no es la respuesta más adecuada que el país necesita para abordar la grave situación económica y social a la que nos enfrentamos: «En todos los países la oposición sigue haciendo su labor, pero no de una manera tan destructiva y tan frontal como se está haciendo en España. Ponerte a tumbar un Gobierno en un momento tan dramático y crítico no tiene sentido», afirma Redolí. El gran riesgo para Vox, según los expertos, puede ser que la moción de censura tenga el efecto contrario y en lugar de desgastar y perjudicar al Gobierno, le dé oxígeno y lo refuerce. Previsiblemente, PSOE y Podemos cerrarán filas y se crecerán, como ocurrió en las dos últimas elecciones, ante ese enemigo común que representa mejor que nadie el partido de Abascal.

Publicado en InfoLibre