Pericles: Lecciones de liderazgo político

 

Pericles. Una biografia en su contexto. Thomas R. Martin. Editorial RIALP

Hace un par de años la editorial RIALP editó esta biografía de Pericles que pone el foco en su liderazgo dentro de la política de la época y sus posibles causas. A pesar del peligro, habitual en algunos análisis históricos, de tratar de proyectar sobre una época histórica los valores y postulados de la época actual, el enfoque resulta original e interesante ahora que el liderazgo de la clase política vuelve a ser un tema de actualidad (perdonando un cierto afán reiterativo, como empeñado en dejar claro su tesis en todas las páginas).

Contexto: La democracia radical ateniense y la ausencia de Constitución

La democracia griega era cautiva de las decisiones del demos. “Las antiguas tradiciones y las leyes vigentes que el demos aprobaba en la asamblea servían de señales indicadoras de lo que se estimaba recto y justo: su recuerdo pretendía disuadir de decisiones poco meditadas y tomadas en el fragor del momento. No obstante, no existía ninguna barrera constitucional infranqueable que impidiera que una nueva reunión de votantes decidiese en cualquier momento ignorar los precedentes o las leyes del pasado, bien por un tiempo, bien de forma permanente.” Resulta obvio pero el hecho sirve para destacar que en la democracia radical  que imperó en Atenas a mediados del siglo V era la voluntad sin restricciones de la mayoría, y no la existencia de una Constitución con fuerza normativa, la que representaba su principio fundacional.

Esta democracia se basaba  fundamentalmente en el control de los ciudadanos sobre sus gobernantes, implacables ante aquellos que “ no lograran alcanzar los estándares exigidos a quienes gobernaban la comunidad. El rigor de esa lección era patente. Antes del inicio de cualquier reunión de la asamblea, por ejemplo, un heraldo tenía la misión de imprecar a quienes, movidos por el interés o la traición, habían malaconsejado de forma intencionada y taimada a los ciudadanos”.

Ese control llegaba a la cultura hasta el punto de que “la sátira contra Pericles (y contra otros líderes) se volvió tan insultante en lo personal y tan explosiva en lo político que es posible que la asamblea ateniense aprobara la prohibición de «ridiculizar en escena a las personas llamándolas por su nombre» (comentario a Aristófanes, Los acarnienses v. 67 = Fornara; Las aves v.)

En lo institucional el control podía llegar a una versión ampliada de lo que hoy conocemos como la revocatoria del mandato, el Ostracismo. Una figura por la que de manera periódica se planteaba la condena al destierro a aquellos que reunieran un número de votos. La figura se utilizaba no sólo como medida de control sino como forma de canalizar peleas internas, odios y envidias, como refleja esta anécdota extraida de las Vidas Paralelas de Plutarco: “Arístides le preguntó qué nombre quería escribir en su ostracum. «Arístides», contestó. ¿Y qué había hecho el tal Arístides para merecer el destierro?, volvió a preguntarle sorprendido el propio Arístides; a lo que el otro —según comenta Plutarco ( Arístides 7)— replicó: «Nada; ni siquiera conozco a ese hombre, pero me molesta oír por todas partes el apelativo de “el Justo”».

De ahí que resultara imprescindible tanto la integridad personal como la capacidad de convencer al demos.

Transparencia e integridad.

Fue también Aristides el que, preguntado por lo esencial y más loable de quién gobierna, contestó: «lo esencial y más loable en quien gobierna es controlar las manos». Y los atenienses, sin conocer al Juez Brandeis, ya trataban de evitarlo con transparencia. Así se desprende de los documentos inscritos y exhibidos a la vista del público por el gobierno democrático ateniense. “Dichas inscripciones, grabadas en piedra y situadas en puntos muy transitados del centro de la ciudad, recogían las decisiones tomadas por los ciudadanos reunidos en la asamblea democrática de Atenas para facilitar que cualquiera pudiera leerlas y someterlas a consideración”.

Parece que en esa época también existían los fondos reservados y la razón de estado. Cualquier funcionario ateniense de alto rango estaba obligado a someterse a una auditoría anual. Pericles fue objeto de una de ellas por su servicio como general y al ser  preguntado por el destino de una suma importante que no llevaba asociada ningún concepto contestó: «En lo que se tuvo por conveniente», que, según el autor, se corresponde con un soborno a ciertos líderes espartanos para evitar una nueva guerra. Sujustificación era que “un líder debía mantenerse incorruptible en lo personal, aunque a veces tuviera que prescindir de consideraciones de justicia para apoyar la política pública de su patria”.

Los atenienses llevados por la confianza que nace de la libertad, no ganan amigos recibiendo favores, sino haciéndolos. Y así se deduce de la definición de la virtud que ofrece Platón: «La cosa no es difícil de explicar, Sócrates. ¿Quieres que te diga, por lo pronto, en qué consiste la virtud del hombre? Nada más sencillo: consiste en estar en posición de administrar los negocios de su patria; y administrando, hacer bien a sus amigos y mal a sus enemigos, procurando, por su parte, evitar todo sufrimiento» ( Menón 71e).

La política de la razón

En la parte de la capacidad de convencer a los ciudadanos es donde concentra el autor gran parte de sus argumentos. Pericles adoptó un enfoque intelectual que le convirtió en uno de los líderes políticos más convincentes y célebres de la historia. Para Martin el liderazgo del griego se basó en “La razón como criterio a la hora de proponer políticas y leyes”. Frente a la impredecibilidad de la vida humana, “Pericles alimentó una estima inagotable por la razón y los conocimientos “. Y esto le permitió ser capaz de lograr el apoyo de una sociedad, como todas, poco dadas a entrar en razón cuando se adoptaban decisiones políticas. Este empeño por “emplear razonamientos fundados en los conocimientos y en la reflexión hizo que la mayoría de sus conciudadanos —incluso sin compartir su formación y su interés por los debates de corte académico— tomasen decisiones difíciles, arriesgadas e incluso abnegadas en beneficio de su comunidad”.

A esta capacidad se refiere Aristóteles al alabar la sabiduría práctica (frónesis), que permite juzgar lo más conveniente para nosotros y para los demás a través de la razón. Esta razón que para no engendrar monstruos debe estar fundada en los conocimientos, en la observación de la realidad, y que en Pericles se convirtió además en un instrumento para la acción que permite elegir el camino “más conveniente para su ciudad estado y hacer lo necesario para llevarlo a la práctica”. Esta sabiduría práctica se basaba en la previsión, la capacidad de anticiparse a los acontecimientos.

Otra de las fortalezas de Pericles era su capacidad de cuestionar los juicios convencionales acerca de la realidad para “penetrar más allá de la superficie de las cosas, a reflexionar sobre la realidad oculta que solo el razonamiento fundado en los conocimientos es capaz de revelar”. Una virtud que, si nos dejamos llevar por el libro, ejercitaba de manera habitual al “recibir en su casa a intelectuales destacados con quienes debatir teorías opuestas”, como Zenón y Anaxágoras.

Retórica y comunicación 

Decía Hector Aguiar Camin que “No basta acertar. La razón es menos de la mitad de las cosas; y tener razón ni una cuarta parte”. Para ejercer el liderazgo no basta con tener razón, es necesario convencer a los demás de nuestras razones y logar que las hagan suyas. El liderazgo necesita, además de conocimiento, del poder de persuasión que no podrá desvincularse de este, so pena de volverse pura demagogia.

Pericles tenía una gran relación con el filósofo griego Protágoras, que defendía el carácter subjetivo de la verdad, lo que permitiría a los oradores defender uno u otro lado de la cuestión con un poder de persuasión y una razón idénticas, pero no en términos morales absolutos, algo que para muchos hacía irrelevante preguntarse sobre el bien y el mal. Pero el estaba convencido de que la retórica “no es un instrumento hueco, que pueda usarse tanto para “infligir un daño a la sociedad ganando cualquier debate sin ceñirse al derecho o a la justicia”.

En un momento en el que se empieza a consolidar la idea de que las instituciones y los valores humanos no son creaciones de la physis (la «naturaleza»), sino que responden a meras convenciones y costumbres y al nomos (la «ley»), la retórica no es sólo un instrumento para alcanzar y ejercer el poder sino una condición esencial de la democracia. Los griegos entendieron que un elemento esencial para su consolidación y su funcionamiento era que todo el mundo entendiese sus ideas, porque “cada individuo poseía una capacidad natural para la excelencia que debía desarrollar mediante el pensamiento y la práctica, y porque la conservación de la sociedad humana se basaba en el gobierno de la ley enraizado en una noción compartida de justicia. Esas verdades exigían que a los miembros de una comunidad que quisieran vivir en armonía no había que obligarlos a obedecer las leyes establecidas, sino convencerlos de hacerlo. No se les debía persuadir con la falsa pretensión de que las leyes estaban basadas en una verdad absoluta e inmutable: ese ideal no existía ni podía existir; tenían que obedecerlas porque la razón demostraba que esa conducta beneficiaba a todos los miembros de la comunidad”.

No en vano la propia instauración de la democracia ateniense realizada por Temístocles se debió en gran medida“a sus habilidades oratorias en la asamblea pública y a unos argumentos basados en los conocimientos y en la reflexión que obtuvieron su fruto”. Y Protágoras fue propuesto por Pericles como arquitecto de un contrato social para Turios. Recibiendo el sofista el encargo de la asamblea ateniense paraelaborar las leyes de lo que iba a ser una nueva democracia basada en la igualdad.

La retórica va más allá de la técnica y debe estar basada en el conocimiento científico (acerca de la naturaleza del terreno, de las mareas y de los vientos de Salamina, por poner un ejemplo), el buen juicio y el razonamiento (aplicándolos a sus conocimientos para ganar una batalla naval contra un enemigo superior), y la persuasión (convenciendo a otros de que lucharan pese a las nulas probabilidades de éxito).  

De ahí que el éxito estuviera reservado a “los oradores cuyos argumentos demostraban sus profundos conocimientos de historia, economía y política; cuyo empleo del lenguaje era inteligente y elaborado; cuya voz tenía la potencia suficiente para hacerse oír cuando se dirigían a grandes muchedumbres de gente tanto en espacios cerrados como abiertos; y cuya resistencia les permitía enfrentarse al incisivo escrutinio público que muchas veces derivaba en burlas y protestas”.

Pericles, al que el autor muestra desde joven como alguien orientado a hacer propias las virtudes y herramientas necesarias para el ejercicio del poder, se esforzó desde joven para mejorar su retórica y dedicaba tiempo y cabeza a preparar detenidamente sus intervenciones hasta en sus más pequeños detalles.

Además de la preparación, una de las fortalezas retóricas que se atribuyen al griego eran sus métodos de razonamiento (aprendidos de Zenón) y que le ayudaron a elaborar argumentos inesperados, pero de una lógica aplastante, para rebatir eficazmente a sus adversarios en la combativa atmósfera de la vida pública ateniense.

Como decía Tucídides, el hijo de Melesias, Pericles era tan buen orador que, cuando él mismo creía haberlo derribado (metafóricamente) sobre la lona con sus argumentos, aquel excelente púgil oratorio se las arreglaba para convencer a los jueces de que no había tocado el suelo.

Hacerlo simple

El hecho de señalar al conocimiento y la capacidad de innovar como fundamento indispensable de la buena retórica no quieta para reconocer que —hoy como entonces— este tipo de discursos con “un planteamiento basado en teorías innovadoras y con un tono magisterial y académico casi siempre logran irritar a su auditorio en lugar de convencerlo”. De ahí la necesidad de ser capaz de hacerlo fácil sin recurrir a los trucos de vendedor de ungüentos. Ser capaz de “causar un impacto con sus palabras sin mostrarse ininteligible o condescendiente y, al mismo tiempo, sin descender a las tácticas rastreras de otros oradores como recurrir a chistes groseros, alzar la voz para enfatizar algo o gesticular exageradamente con las manos con el único propósito de atraer la atención de las inmensas muchedumbres a las que se dirigían los líderes atenienses”. Ofrecer a la gente evidencias de un modo claro y estructurado —e incluso científico— que resulte muy atrayente, y esto no se improvisa.

Autodisciplina y contención

Su estilo retórico estaba “basado en la dignidad y en la reserva antes que en la exhibición pública de sus sentimientos, incluso en ocasiones en que habría resultado comprensible —por no decir esperable— que demostrara alguna emoción”…. Mantenerse siempre tranquilo y sosegado en las adversidades, que no es sólo cuestión de carácter sino de inteligencia y educación, cultivando la autodisciplina suficiente para conservar la serenidad en cualquier situación y mantener la compostura y una apariencia de tranquilidad con independencia del grado de provocación a que uno se encuentre sometido, son también virtudes del buen orador, y del buen político (añadiría yo) capaz de “mantener la compostura, mostrarse ecuánime con los demás y actuar siempre con rectitud en el servicio público, resistiéndose a la tentación de servirse de la corrupción para lograr alguna ventaja que le ganase el respaldo del pueblo”.

Esta autodisciplina afecta no sólo a las formas sino también al contenido, e incluso al momento. “Según Plutarco ( Pericles 8), siempre que pronunciaba un discurso pedía a los dioses prudencia para que ni una sola palabra suya se desviara del tema” (sabio consejo). Para lograrlo además de la ayuda divina, es imprescindible la preparación, (de Pericles llegó a decirse, no se si con fundamento, que fue el primero en emplear un texto escrito, que le permitía ceñirse a lo previsto inicialmente). Además de evitar el destacar por destacar, conservar un perfil bajo actuando y hablando con dignidad y moderación, y evitando pronunciar discursos en el fragor del momento y evitando intervenir en cualquier debate que se entablase en la asamblea, distribuyendo  entre sus amigos y seguidores el uso de la palabra, en determinados temas y momentos, con el fin de evitar que los asistentes se aburrieran de oírle a él (otro maravilloso consejo del que deberíamos tomar nota).

Gracias, entre otras cosas, a estas técnicas cultivadas con esfuerzo Pericles se convirtió en un célebreorador hasta el punto que “cuando un siglo después Demóstenes, el famoso orador ateniense, se dirigía a los tribunales o a la asamblea, procuraba imitar lo que «había engrandecido» a Pericles (Plutarco, Demóstenes 9)”.

Música, estética y poder

También en esa época se hablaba ya de la capacidad de la música para influir en la conducta, por su capacidad para “ inspirar un comportamiento constructivo para la comunidad, o bien actitudes antisociales e incluso delictivas”. De ahí la importancia de los maestros de música capaces de inculcar en los jóvenes el deseo de convertirse en oligarcas o en tiranos dispuestos a socavar la democracia.  Hasta el punto de que uno de ellos, Damón, acabó condenado al ostracismo con el respaldo de un número importante de atenienses ante las sospechas  de que sus ideas corrompían a sus alumnos

Tampoco la arquitectura y la escultura escapaban a su función de símbolos del poder. El Partenon es un magnífico ejemplo. No sólo por el mensaje de superioridad  que transmitia el templo, un mensaje sobre el poder de quienes habían financiado su construcción para asombro del mundo entero. También por su contenido que habla “de la especial conexión que unía a los atenienses con los dioses y eclipsaba toda relación con lo divino de cualquier otra ciudad estado” ya que hasta entonces en ninguna ciudad estado aparecían sus ciudadanos ni sus antepasados representados en el templo, que estaba reservado para los dioses.

Conclusión

En resumen podemos decir que en una democracia donde la capacidad de convercer resultaba clave para alcanzar y mantener el poder la eficacia de Pericles como líder, dice el historiador, s”e derivaba de la fuerza de su reputación, de sus razonamientos basados en los conocimientos y de su transparencia y su inmunidad a sobornos y tejemanejes”. De esta manera controló a las masas con un espíritu independiente, sin rebajarse a adularlas y arriesgándose a atraerse las iras del pueblo oponiéndose a sus deseos siempre que fue necesario. “Con sus discursos fue capaz de combatir la arrogancia del pueblo y, al mismo tiempo, de despertar su confianza, según lo requiriera la situación. En tiempos de Pericles, en suma, Atenas se convirtió en lo que «era de nombre una democracia, pero, en realidad, un gobierno del primer ciudadano».”

 

Bonus track. Otras curiosidades

  • Juegos Olímpicos, juegos de libertad. Tras la victoria, los griegos convocaron una reunión en la que Arístides les convenció de que celebraran una ceremonia en Platea para conmemorar cada cuatro años el éxito de la defensa griega con unos Juegos de la Libertad. Los asistentes debían hacer un brindis con una libación a los dioses: «Sea en honor de los hombres que murieron en defensa de la libertad» (Plutarco, Arístides 21).  
  • ProfeciasA finales del siglo VI AC Atenas se encontraba sometida a la dictadura de Hipias, a pesar de los intentos  de sus rivales por derribar militarmente al dictador. Ante el fracaso de la violencia uno de ellos, Clístenes de Alcmeonida, decidió cambiar de estrategia y sustituir las armas por las profecías. Cuenta Heródoto como el ateniense, tio-abuelo de Pericles, comenzó a donar grandes sumas de dinero al santuario de Apolo en Delfos, en cuyo oráculo los griegos acudían a buscar orientación sobre su destino, sobornando a la sacerdotisa responsable de transmitir la voluntad divina, para que hiciera saber a cualquier espartano que le preguntara por su misión en este mundo que tenía el mandato divino de liberar a Atenas de la tiranía. Fue cuestión de tiempo que Esparta, la primera potencia militar de Grecia, acabará cediendo a los requerimientos de la profetisa de Apolo e hiciera buena la profecía,  condenando al tirano al exilio. Heródoto añade (V, 63; 65) que Clístenes sobornó a la sacerdotisa que transmitía las respuestas proféticas inspiradas por el dios Apolo: fuera cual fuera la pregunta que le dirigiesen los espartanos, la sacerdotisa debía contestar que Esparta había recibido el mandato divino de liberar a Atenas de la tiranía. Los espartanos, que se habían enterado de los sobornos de los Alcmeónidas a la sacerdotisa de Apolo en Delfos para que esta los instigara repetidamente a eliminar la tiranía Pisistrátida, recibieron de Cleómenes algunas copias de los funestos oráculos halladas — según él— en la acrópolis: unas profecías que supuestamente predecían la gravedad de los daños que los atenienses les infligirían en el futuro. Por ejemplo los conspiradores sobornaron a la sacerdotisa de Delfos para que lo declarara bastardo y, por lo tanto, rey ilegítimo de Esparta.
  • Los incentivos de cualquier ser humano han sido siempre el temor, el honor y la conveniencia.
  • En la democracia ateniense, y en esto creo que no hemos cambiado mucho, “el camino que solía culminar en influencia y cargos políticos pasaba necesariamente por crear lo que hoy día llamaríamos una red de contactos con otros miembros de la aristocracia; y, al mismo tiempo, por mostrar cierto grado de sociabilidad con la masa de votantes que evitara una percepción generalizada de pertenencia al grupo de los ricos y selectos (cosa que no era del agrado de una democracia compuesta en su mayoría por ciudadanos de escasos recursos)”.  La conducta de Pericles, en este punto también lo distinguía de sus contemporáneos.
  • Fabio se ganó el título de «el Dilatador» (cunctator) con su estrategia de evitar una batalla a gran escala contra el ejército de Aníbal en territorio romano manteniéndose a la espera de su agresivo adversario y agotándolo con una guerra de desgaste.
  • El gobierno central no solía involucrarse en las decisiones que condicionaban la vida y definían el estatus individual de libre o esclavo, de ciudadano o extranjero.
  • Hefesto era el dios griego de la tecnología.
  • Los persas consideraban que existía un mandato divino que obligaba a cualquier rey persa a ejercer su poder sobre el mundo entero.

Bibliografia mencionada de interés

 Jeffrey Rusten, The Birth of Comedy, y Robin Waterfield, The First Philosophers.

 

La otra cara del COVID-19

Martínez-Almeida y Andrew Cuomo: Madrid y Nueva York ‘ganan’ el oro en comunicación política en medio del tsunami del coronavirus

De los ocho politólogos o expertos en comunicación política consultados, todos colocan la gestión del alcalde de Madrid frente al coronavirus en su ‘top 5’. Cuatro de ellos le alzan a lo alto del podio por llevar la iniciativa y hablar “sin infantilismos”. El segundo puesto lo ocupan a la vez Pedro Sánchez, Alberto Núñez Feijóo, Juan Manuel Moreno e Isabel Díaz Ayuso. El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, es el líder mundial mejor valorado.

Tengo una pregunta para usted: ¿Cuáles son los cinco políticos españoles que mejor están gestionando esta crisis del coronavirus?

Al envite responden ocho politólogos o expertos en comunicación política: Allende Martín, Diana Rubio, Eduardo Bayón, José Fernando García Cumbreras, Jordi Rodríguez Virgili, Juan Ríos, Paco Gutiérrez y Rafael Rubio. Para todos, José Luis Martínez-Almeida está entre los cinco mejores. Para cuatro de ellos, el alcalde de Madrid está siendo el mejor en todo el territorio nacional, con diferencia.

Diana Rubio es doctora y consultora en comunicación política. Antes de ponerse a estudiar la política detrás del telón fue en listas de UPyD. Allí descubrió que no le gustaba la primera línea, sino la trinchera. En 2017 se convirtió en la primera española que ganaba el Napolitan Victory Award en la categoría de Mujer más influyente del año. Actualmente dirige el Instituto Mediterráneo de Estudios en Protocolo. Para ella, Martínez-Almeida “está haciendo una excelente comunicación ante esta crisis. Se le ha infravalorado en muchas ocasiones y está demostrando estar a la altura de las circunstancias, con palabras claras, sin entrar en ataques directos, como sí hace la presidenta de la Comunidad de Madrid, y dedicándose a aportar soluciones”.

Jordi Rodríguez Virgili, profesor de Comunicación Política de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, subraya este boceto inicial concretando los matices: “El alcalde de Madrid es el líder que sale más reforzado. Está centrado en el principal problema: el covid-19. Mantiene una presencia continua en las redes y ante los medios, con un tono sereno, sin excesos ni alardes y con un tono optimista y esperanzador.  Se trata de un optimismo que apela a la responsabilidad de los ciudadanos y llama a la acción colectiva, como diciendo que “Madrid unida es imbatible”.

El vicedecano de Comunicación de la Universidad de Navarra considera que, en estos días, ha quedado patente que Martínez-Almeida “trata a los madrileños como adultos, trasmite una sensación de seguridad, aplomo y empatía. Además, reconoce y agradece con constancia y sin sensiblerías la labor de los principales sectores que se enfrentan al virus”. En su análisis, destaca también que el alcalde de Madrid “predica y ejerce la lealtad institucional, minimizando las críticas, pero reclamando lo que cree justo, y cuenta con la oposición municipal, a la que consulta y mantiene informada. Además, ha creado junto un con el ayuntamiento de Barcelona un grupo de trabajo para compartir soluciones frente al virus”.

Entre otras muchas cosas, Rafael Rubio ha trabajado en más de 30 campañas electorales para distintos partidos y candidatos. Ha sido asesor de la campaña de Mariano Rajoy en las elecciones generales de 2011, 2015 y 2016. Y en las dos de Pablo Casado del 2019.  Colaboró también en la campaña de John McCain en 2008. Trabaja en Dog Comunicación y desde allí ha ayudado a más de 50 compañías asesorándoles en comunicación especializada en el uso de internet y las redes sociales. Para él, Martínez-Almeida también está siendo el político español más solvente, porque “ha tomado la iniciativa, mezcla firmeza y empatía, ha buscado la unión de todos los grupos municipales, se ha convertido en un referente de gestión y ejemplo, avanzando sin infantilismos, hablando claro, pero siempre con esperanza”.

Pedro Sánchez, Margarita Robles y Yolanda Díaz son los miembros del Gobierno mejor valorados. Los presidentes de Galicia, Andalucía, Madrid, País Vasco, Aragón y Extremadura también reciben los aplausos de los expertos

Juan Ríos es consultor político y periodista. En su clasificación española, ofrece su única mención al alcalde de Madrid. Señala: “Martínez-Almeida es el ejemplo claro del liderazgo oculto que surge en período de crisis, aunque habría que analizar pormenorizadamente si ese crecimiento se debe más al mérito propio que al demérito ajeno. Sea como fuere, la gestión del alcalde de Madrid ha recibido el aplauso casi unánime de la ciudadanía por su agilidad, su carácter preventivo, su comunicación solvente y, sobre todo, por su acierto e idoneidad: las medidas aplicadas siempre han estado alienadas con la demanda de una sociedad atemorizada por la expansión del virus”.

Dice Ríos que “sin caer en la sobreactuación ni en la exhibición, el alcalde de Madrid ha conseguido dar un giro a su imagen pública yendo siempre un paso por delante, tanto comunicativa como políticamente, incluso del Gobierno central. La clave de su estrategia ha sido, paradójicamente, mantener una postura coherente alejada de la que mostraba su propio partido hasta ese momento. “Claridad y firmeza, sin medias tintas”, fueron las palabras del propio Martínez-Almeida que se han convertido en su leitmotiv”. En su opinión, en estos días de pandemia, “el alcalde de Madrid está viviendo algo parecido a lo que experimentó Rudy Giuliani en 2001. El ex alcalde de Nueva York catapultó su popularidad aplicando una política de “tolerancia cero” después de los atentados del 11-S. En Madrid, él ha logrado revivir la marca del Partido Popular en la capital gracias a una disciplina efectiva, humana y transversal, sin perder nunca el sentido de la lealtad hacia el Gobierno. Seguramente, Martínez-Almeida sea la sorpresa política de esta crisis, aunque hay que reconocer también que la gestión municipal guarda una distancia enorme con la gestión nacional”.

Según Juan Ríos, “el alcalde de Madrid está viviendo algo parecido a lo que experimentó Rudy Giuliani en 2001” cuando catapultó su popularidad como alcalde de Nueva York tras el 11-S

Allende Martín es consultora y CEO-fundadora de CompoLider, Comunicación Política y Liderazgo. Ella coloca a Martínez-Almeida en el cuarto lugar del podio, aunque apunta sobre su gestión: “Serio, claro y directo. En esta crisis ha sorprendido y ha ganado liderazgo”

Su oro es para Margarita Robles, ministra de Defensa, porque es “la que mejor liderazgo expresa ante esta crisis sanitaria extrema”. Para ella, en la intervención del 15 de marzo en la que se anunció el estado de alarma, Robles “fue la que mejor expuso la situación con convicción, contundencia y transmitiendo seguridad a la ciudadanía. También fue la única que no leyó y miraba a cámara. Fue rotunda declarando que las Fuerzas Armadas velarían por la seguridad. Dio una imagen de credibilidad en tono, mensaje y comunicación no verbal. Estos días trasmite una sensación de control de la situación que da tranquilidad a la población”. Añade Allende que “en une entrevista en La Sexta el pasado domingo, 29 de marzo, la ministra de Defensa reconoció que el Gobierno había cometido errores y esto es muy positivo. Refleja transparencia, y advierte ante posibles escenarios anticipándose también a lo que pueda venir”.

Eduardo Bayón es consultor en comunicación política, asuntos públicos y estrategia. En su labor profesional se centra también en el análisis político, el comportamiento de los partidos y la transformación de nuestra sociedad. De hecho, es editor y redactor de la Debate21.es, un medio digital dedicado al análisis político y de actualidad. A Martínez-Almeida le otorga la plata. Su oro en este escenario de tensión política, social y laboral es para Yolanda Díaz, ministra de Trabajo.

Bayón considera que “su figura ha emergido durante las últimas semanas. Además del papel relevante que su ministerio está jugando en la gestión de la crisis, la política gallega utiliza de forma habitual un lenguaje claro y directo que le hace transmitir su mensaje con facilidad. Se muestra accesible en las ruedas de prensa, proporciona información y lo hace con seriedad, pero también con un componente emocional y de cercanía. Ejemplo de ello han sido las ocasiones en las que ha hablado de los trabajadores y trabajadoras en primera persona. Todo esto son elementos esenciales para comunicar correctamente en momentos de crisis”.

La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, es la única referente de Unidas Podemos cuya gestión y comunicación se reconoce ante esta crisis del coronavirus

José Fernando García Cumbreras es politólogo y experto en relaciones institucionales y protocolo. Lidera Guadalinfo, la red andaluza de Innovación social que agrupa a más de 750 centros “que apuestan por las personas como mejor motor de cambio y usan las TIC como acelerador”. Considera que Martínez-Almeida “se está convirtiendo en el actor revelación de esta historia”, pero le concede el segundo puesto. El oro de García Cumbreras es para Salvador Illa, ministro de Sanidad, “por el inmenso desafío de afrontar la mayor crisis sanitaria de la historia de nuestro país desde 1918 desde una cartera considerada como una maría a principios de legislatura”.

Por último, Paco Gutiérrez, periodista y consultor en comunicación y lobby, especializado en el sector sanitario y farmacéutico, incluye también a Martínez-Almeida entre sus cinco estrellas, pero le coloca en el último lugar. Su elegido para el oro es Alberto Núñez Feijóo, presidente de Galicia, aunque destaca el buen papel en materia de comunicación institucional de Juan Manuel Moreno Bonilla, presidente de la Junta de Andalucía. En cualquier caso, considera que “las comunidades autónomas lo están haciendo mejor que el Gobierno central” y que “el Ayuntamiento de Madrid y la oposición del PP está siendo, hasta ahora, lo más interesante” en esta vorágine inédita.

La ‘cocina’ de las valoraciones

Los dirigentes de los partidos políticos están casi ausentes en esta clasificación. No hay ningún rastro ni de Vox, ni de Unidas Podemos, ni de Ciudadanos, ni de ninguno de los partidos nacionalistas con representación en la Cámara Baja. En cualquier caso, el secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, es mejor valorado que el presidente del Partido Popular, Pablo Casado.

Entre todos los participantes en esta muestra, tres incluyen a Pedro Sánchez en su top 5: Allende Martín, Eduardo Bayón y Rafael Rubio, que acota: al menos “en 10 minutos de cada una de sus comparecencias”. Martín cree que el presidente del Gobierno “ha ido de más a menos hasta la toma de las medidas y el decreto del estado de alarma. En sus primeras intervenciones le faltó fuerza y credibilidad. Había mucha retórica en sus discursos y es mejor más concreción y brevedad”. En su opinión, a Sánchez “le ha faltado apoyarse en los demás partidos y dar esa imagen de unidad que ha pedido en el Congreso de los Diputados”. Aunque es el segundo mejor valorado por la experta, considera que “la compra de los test rápidos en mal estado le ha afectado a su liderazgo”.

Sobre el papel de Pablo Casado ante la pandemia, solo Rafael Rubio y Paco Gutiérrez le ofrecen un tercer y cuarto puesto, respectivamente, entre los líderes más efectivos. Rubio cree que el presidente del Partido Popular “está logrando dar el contrapunto a Sánchez sin ser desleal”.

Ni Pablo Iglesias, ni Santiago Abascal, ni Inés Arrimadas han sido votados en esta consulta rápida entre expertos.  La única persona de Unidas Podemos cuya tarea respaldan es la de la ministra de Trabajo, primera para Bayón y tercera para José Fernando G. Cumbreras, que ve a Yolanda Díaz como “la cara menos deteriorada del Podemos del Gobierno. Aporta algo de tranquilidad a los trabajadores en estas circunstancias tan complicadas”.

Además de Sánchez y Robles, Salvador Illa, Fernando Simón y el JEMAD, Miguel Ángel Villarroya, son los miembros del ‘gabinete de crisis’ que suman algún ‘voto’ en esta clasificación

De entre las personas del Gobierno central que están protagonizando la batalla contra el coronavirus, además de Pedro Sánchez, Margarita Robles –“trasmite firmeza y una cierta humildad aceptando errores, fue contundente ante la actitud de Torra y destaca por la defensa de la labor y relevancia del Ejército, subraya el profesor Rodríguez Virgili- Yolanda Díaz y Salvador Illa, encontramos también una mención para dos miembros del gabinete de esta crisis nacional: Fernando Simón por parte de Allende Martín, aunque “su credibilidad ha ido de más a menos por haber minusvalorado el impacto de la crisis”, y el JEMAD, Miguel Ángel Villarroya, por parte de Diana Rubio.

Entre los dirigentes autonómicos más aplaudidos en esta clasificación, Rodríguez Virgili representa el tono de la media: “Me gustó la claridad y contundencia de Isabel Díaz Ayuso en la toma de decisiones, adelantándose al Gobierno central, pero luego creo que se ha enzarzado en demasiadas disputas públicas con éste. También destaco la intervención de Feijóo ante la pregunta de la oposición de por qué ayudaba a Madrid con la cesión de material sanitario.  O Javier Lambán, presidente de Aragón, con su mesa de coordinación que incluye a empresarios, sindicatos y ayuntamientos”. GutiérrezGarcía Cumbreras, y Diana y Rafael Rubio destacan también a Juan Manuel Moreno Bonilla, presidente de la Junta de Andalucía.

 Iñigo Urkullu, lehendakari del Gobierno vasco, y el presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández-Vara, también encuentran algún eco en esta tabla. Además de la mención común a Martínez-Almeida, la única autoridad municipal con peso en esta lista es Andrea Levy, concejala de Cultura, Turismo y Deportes del Ayuntamiento de Madrid, avalada por Eduardo Bayón.

El ‘podio’ internacional

Entre los líderes políticos mundiales ante la crisis del coronavirus el consenso es mayoritario al colocar a Andrew Cuomo, gobernador del estado de Nueva York, en lo alto del podio universal. Según Juan Ríos “quizá es el mejor referente por su prudencia en la toma de decisiones, su firmeza y su excelente comunicación. Representa el espejo donde se miran los errores del presidente Donald Trump. Su estilo moderado y sencillo ha conectado con el sector demócrata de todo el país hasta convertirlo en un referente nacional. La comunicación de Cuomo cumple lo que podríamos llamar “la regla de las 4S”: seria, sincera, sencilla y solvente. Consciente de no tener la solución a la crisis, el gobernador neoyorquino no se presenta como un héroe. Es un líder humano, no oculta sus inseguridades, habla con franqueza, utiliza mensajes sencillos y logra transmitir seguridad y optimismo -algo importantísimo entre tanta incertidumbre-, sin renunciar a aplicar medidas duras para que se cumplan las normas del confinamiento”.

Ríos destaca también que “su comunicación no verbal está alineada siempre con el mensaje y la indumentaria, un detalle importantísimo para generar credibilidad. Su uso de las redes sociales posee un elemento diferenciador, porque comunica y gestiona. Habla de tú a tú con el ciudadano, y lo hace como un líder capaz de mostrar la cercanía necesaria en este tipo de casos. Además, expone un marcado lenguaje social que conecta mejor que el léxico tecnócrata y autoritario de otros líderes norteamericanos, como Trump”.

En contraposición con Trump, Andrew Cuomo, gobernador del estado de Nueva York, es el líder mundial más aplaudido por los expertos en comunicación política por su manera de afrontar la pandemia

Rodríguez Virgili añade que Cuomo “ha sabido conectar con sus ciudadanos, es cercano, empático, directo, reconoce sus limitaciones, pero trasmite seguridad. Invita al protagonismo ciudadano con un equilibrio de optimismo y realismo que apela a la responsabilidad de los neoyorquinos. Asume la responsabilidad y quiere centrar en su persona todas las críticas”.

En el ranking de líderes mundiales destacan también Justin Trudeau, primer ministro de Canadá; Giuseppe Conte, primer ministro de Italia; Luis Lacalle Pou, presidente de Uruguay, y Alberto Fernández, presidente de Argentina.

El ‘top 5’ de los expertos

Allende Martín

1. Margarita Robles

2. Pedro Sánchez

3. Isabel Díaz Ayuso

4. José Luis Martínez-Almeida

5. Fernando Simón

Diana Rubio

1. José Luis Martínez-Almeida

2. Javier Lambán

3. Juan Manuel Moreno Bonilla

4. Miguel Ángel Villarroya Vilalta (JEMAD)

5. Isabel Díaz Ayuso

Eduardo Bayón

1. Yolanda Díaz

2. José Luis Martínez-Almeida

3. Pedro Sánchez

4. Andrea Levy

5. Iñigo Urkullu

José Fernando García Cumbreras

1. Salvador Illa

2. José Luis Martínez-Almeida

3. Yolanda Díaz

4. Juan Manuel Moreno Bonilla

5. Guillermo Fernández Vara

Jordi Rodríguez Virgili

1. José Luis Martínez-Almeida

2. Isabel Díaz Ayuso / Alberto Núñez Feijóo / Javier Lambán

3. Margarita Robles

4. Andrew Cuomo (internacional)

5. Luis Lacalle Pou (internacional)

Juan Ríos

1. José Luis Martínez-Almeida (nacional)

2. Andrew Cuomo (internacional)

3. Giuseppe Conte (internacional)

4. Justin Trudeau (internacional)

5. Alberto Fernández (internacional)

Paco Gutiérrez

1. Alberto Núñez Feijóo

2. Iñigo Urkullu

3. Juan Manuel Moreno Bonilla

4. Pablo Casado

5. José Luis Martínez-Almeida

Rafael Rubio

1. José Luis Martínez-Almeida

2. Isabel Díaz Ayuso

3. Pablo Casado

4. Pedro Sánchez

5. Juan Manuel Moreno Bonilla.

La clasificación por menciones

Nacional (en caso de empate, se relatan por orden alfabético del primer apellido).

1. Martínez-Almeida, José Luis

2. Díaz Ayuso, Isabel

2. Moreno Bonilla, Juan Manuel

2. Núñez Feijóo, Alberto

2. Sánchez Castejón, Pedro

3. Díaz, Yolanda

3. Robles, Margarita

4. Lambán, Javier

5. Casado, Pablo

5. Illa, Salvador

5. Urkullu, Iñigo

6. Levy, Andrea

6. Villarroya, Miguel Ángel

7. Fernández-Vara, Guillermo

7. Simón, Fernando

Internacional

1. Cuomo, Andrew. Gobernador

2. Trudeau, Justin

3. Conte, Giuseppe

3. Lacalle Pou, Luis

4. Fernández, Alberto

Publicado en El Confidencial Digital

Comunicar para gobernar o gobernar para comunicar

 
Rafael Rubio es profesor de Derecho Constitucional en la Universidad Complutense de Madrid y asesor de comunicación política.

La declaración del estado de Alarma en todo el territorio español supone una nueva fase en la gestión del coronavirus en España, pero de poco serviría este cambio de política si no viniera acompañado de un cambio en la estrategia de comunicación. La rueda de prensa del Presidente del Gobierno en la que se anuncian las medidas puede suponer también un cambio en esta estrategia.

Comunicación y gestión

En toda crisis, como la que estamos viviendo en todo el mundo por el coronavirus, la comunicación es un componente indispensable. Gestionar situaciones extraordinarias es tomar decisiones pero en la sociedad de la información el componente comunicativo de una crisis puede convertirse en el mejor aliado para resolverla o para hacer que sus efectos sean aún más dramáticos y duraderos.

Comunicación y gestión se entremezclan en toda crisis, pero no deben confundirse. La comunicación sin la gestión resulta vana, y la gestión sin la comunicación probablemente resulte muy poco eficaz. Pero además, en este caso, el orden los factores sí altera el producto y no es lo mismo tomar decisiones pensando en su impacto comunicativo a corto o medio plazo (gobernar para comunicar) que tomar decisiones y aprovechar la comunicación para darlas a conocer y lograr que sean aceptadas, respetadas e incluso impulsadas por la comunicación (comunicar para gobernar).

 

Esperanza o miedo

Comunicar no es informar, o no es sólo informar. Los ciudadanos no solo necesitan saber qué está pasando; necesitan saber por qué está pasando y qué pueden hacer para conseguir remediarlo. La comunicación de crisis exige ponerse al frente, ejercer el liderazgo y dar la cara, sin ocultarse, ni buscar excusas.

La primera cuestión será cuánto y cómo informar. Si es necesario adoptar un mensaje optimista que evite reacciones desproporcionadas o es mejor ofrecer información, aunque pueda provocar miedo. Sin faltar a la verdad, es necesario no ocultar información, aunque pueda asustar, de manera pedagógica, añadiendo a la información el contexto que permita no entrar en pánico, sin perder ni hacer perder la calma, lo que podría traer nefastas consecuencias. La información tiene que ser completa, responder a las incógnitas que se plantea la población, sin contradicciones, ni lagunas que dejen espacio a la imaginación que, en estos casos, suele optar por rellenar estos espacios con las explicaciones más lúgubres y escabrosas.

Nadie necesita tu opinión

Las especulaciones en voz alta, los anticipos para más adelante, las opiniones personales y las filtraciones deben ser desterradas de las crisis; sobre todo las filtraciones, porque acabarán dando credibilidad a nuevas filtraciones, generando una confusión ambiente que hará imposible distinguir entre lo cierto y lo incierto. En cuanto a los anticipos, las especulaciones y las opiniones, son quizá las reacciones más humanas, pero sólo servirán para aumentar la incertidumbre que es, precisamente, uno de los enemigos en la comunicación de crisis.

¿Información en tiempo real?

Los tiempos informativos también afectan a los estados de ánimo, y para este tipo de crisis, no ayuda la información en streaming; las cuentas al minuto de casos y fallecidos, las imágenes puntuales, en tiempo real, de estanterías vacías o colas en los hospitales en directo  alimentan el morbo y contribuyen a aumentar la angustia, dificultando cualquier otra acción comunicativa que sí contribuya a mejorar la situación. No se trata de ocultar información sólo de ofrecerla a través de canales que permitan procesar esta información y ponerla al servicio de la gestión de la crisis. La responsabilidad de los medios de comunicación, y su capacidad de filtro, hace de ellos aliados indispensables.

Credibilidad y confianza

Para comunicar es imprescindible gozar de credibilidad y transmitir confianza pero, paradójicamente, una crisis afrontada con determinación también puede ser una ocasión para recuperar la confianza perdida. No es lo mismo repetir como un mantra “haremos lo que haga falta” que acompañarlo con “y será suficiente”. Pero eso requiere anticiparse, trabajar en escenarios distintos con antelación (sin esperar a alcanzar los nuevos escenarios para abordarlos), mostrar el respaldo científico de las decisiones (sin delegar en los científicos la decisión final), tomar decisiones con firmeza y anunciarlas con seguridad, con solvencia, para evitar que otros tomen la iniciativa por su cuenta y lo hagan de distintas maneras provocando descoordinación y el consiguiente desconcierto ciudadano. Y para transmitir seguridad cuidar las formas resulta imprescindible, elementos como la puntualidad o el lenguaje corporal (sin titubeos, evitando leer…) abren o cierran la puerta de la confianza.

Los ciudadanos buscan orientación en momentos de caos, y esa orientación no puede limitarse a palabras de ánimo, ni consejos. Son necesarias instrucciones contundentes, que respeten la madurez de los ciudadanos sin despreciar que la falta de información, el optimismo ingenuo, o la originalidad del que piensa que su caso es único y especial y justifica excepciones, provocan comportamientos individuales adoptados desde la inconsciencia o simplemente sobre la base de información incompleta con un efecto incontrolable en la sociedad. De ahí que, más allá de los mensajes, sea necesario ejercitar la empatía verdadera (no una mera comprensión buenísta) y sobre todo la ejemplaridad. Cuando se busca que la población se quede en casa, especialmente cuando se ha tenido contacto con algún enfermo, no caben justificaciones. Cualquier excepción del que gobierna corre el riesgo de convertirse en comportamiento generalizado.

Unir voluntades

Como señalaba Lucia Aboud, la solución de cualquier crisis pasa por generar consensos, lograr aunar las voluntades diversas para que actúen juntas para superar la adversidad. La comunicación de crisis debe ser capaz de involucrar a todos, a los partidos y los medios de comunicación (sin dejar fuera a ninguno), pero sobre todo a los ciudadanos porque sin ellos no hay respuesta suficiente desde lo público. Para hacerlo es necesario apelar a la responsabilidad individual, siempre parcial, proyectando las consecuencias sociales de este comportamiento y ofrecer, en definitiva, una visión mucho más completa y realista de la realidad. De ahí el esencial equilibrio entre incidir en el riesgo personal, que activa el instinto de protección, y completarlo con la necesaria solidaridad, que se refiere a las consecuencias sociales. Como señalaba Javier Salas es difícil que la gente se sacrifique cuando el beneficio para la comunidad es incierto, pero sí lo hacen cuando se enmarca su acción como generadora de daños en los demás. Y en esa labor de sensibilización no se puede dejar de lado la esperanza. Una esperanza hecha de realidades que permita visualizar el resultado de los esfuerzos y dar nueva fuerza para continuar con el esfuerzo, que falta hace.

A la luz de lo visto hasta ahora la gestión del gobierno español de la comunicación de la crisis del coronavirus había dejado mucho que desear, esperemos que el discurso del Presidente del Gobierno (dejando al margen las filtraciones y el retraso de más de 7 hora) suponga un auténtico cambio. No es nada fácil y son muchas las decisiones que hay que adoptar, muchas veces sin tiempo para reflexionar, pero será mucho más fácil encontrar la respuesta si se establece desde el principio la prioridad: sobrevivir a la crisis evitando decisiones que puedan afectar a la reputación en el corto plazo (gobernar para comunicar) o detener la crisis y disminuir sus efectos (comunicar para gobernar). La experiencia demuestra que sólo si se apuesta por lo segundo se podrá lograr lo primero y queremos creer que el gobierno, tras una semana gobernando para comunicar, ha decidido empezar a comunicar para gobernar, no hay otro camino.